Barberos y practicantes, dos profesiones en una
«En la década de 1960 y en las anteriores era habitual que estos profesionales simultanearan sus cuidados con el cabello y la barba de los clientes con las labores de practicante. De ahí que en el cartel de los locales figuraran las palabras peluquero y practicante. La labor añadida consistía en que ponían inyecciones recetadas por el médico, tanto en el local como acudiendo al domicilio del paciente. Para ello usaban unas jeringuillas de vidrio y agujas, que se guardaban en una caja metálica. Como era reutilizable, cada vez que se usaba la jeringuilla se debía esterilizar. Para ello se echaba alcohol en una de las tapas y se le daba fuego, colocando encima la otra tapa con agua, esperando a que hirviera, con la jeringuilla y la aguja dentro». (Fuente: www.cadenaser.com)
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