El Seminario vitoriano imprimía un sello imborrable
"El escritor Pío Baroja describe el internado en el Seminario de Vitoria: Esta vida reglamentada no fue nada desagradable para él; le hizo una impresión de paz y serenidad. El silencio en los corredores y en el patio, la celda tranquila, la disciplina estrecha no le molestaban. Los pasantes no eran muy queridos por los alumnos; se les consideraba como confidentes y se les temía. Los fámulos, en número de veinte, eran estudiantes pobres; cursaban la carrera gratis a cambio de servir las mesas y hacer labores de limpieza".