El relojero de Santa María de Salvatierra en su taller
"En 1953, un joven perpetró un robo de joyas en la Catedral de Sevilla y decidió huir en tren al extranjero. A su paso por Vitoria y ante la presencia policial, decidió tirar por el retrete la mayor parte del botín. Un guardavías encontró joyas esparcidas por la vía férrea a la altura de Ezkerekotxa. Varios vecinos fueron detenidos por intentar hacer compras pagando con joyas, entre ellos al relojero de Agurain, Máximo Preciados, quien había comprado algunas joyas al guardavías. Consciente de la gravedad del asunto, el guardavías decidió entregar las joyas que le quedaban en la Comisaría de Vitoria. El relojero de Salvatierra había vendido un pendiente -que había comprado al guardavías por 400 pesetas- a una corredora de alhajas vitoriana, llamada Filomena Mendoza, por 1.100 pesetas. Máximo Preciados fue condenado a 2 años y 4 meses y una multa de 5.000 pesetas, por un delito de encubrimiento". (Fuente: www.noticiasdealava.eus)
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