Un magnífico paseo entre casas espectaculares y zonas verdes
«La Vitoria romántica, de los años 1850, contaba con unos paseos llenos de encanto donde los vitorianos se solazaban en las horas destinadas a ellos, terminadas sus habituales ocupaciones.
El Prado era un lugar delicioso, cubierto de yerba, daba la sensación de estar alfombrado y al placer de andar sobre ella, se unía el ambiente íntimo y diverso de los paseantes, resguardados de los rayos solares por las sombras de los añosos árboles, abanicados por el aire de la montaña y de la llanada alavesa, impregnado de los ricos olores de la campiña, con sabor a naturaleza, que contribuyó a formar espiritualmente a las gentes, en las que germinó por esos años una inquietud intelectual extraordinaria, prodigándose entre ella los escritores, historiadores, poetas... El Prado, además, ofrecía una perspectiva maravillosa con los preciosos chalets que lo rodeaban». (Fuente: A. de Larumbe - año 1972)
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