Atardecer melancólico en la antigua calle de la Estación
«Dicen los viejos que el paseo de la calle Dato no es lo que era, que el paseo ha cambiado, que ha decaído. Es posible que así sea. Pero este venir a menos pone al descubierto su singular esqueleto. Anochece. La gente va llegando y el paseo se anima de súbito. Los soldados, en abigarrados grupos, pasean y al pasar piropean a las maritornes. Da una hora, y los talleres de modistas arrojan de su seno a las obreras de la aguja que se precipitan en el paseo alegres y bulliciosas. El ambiente cambia. Las modistillas con su aire gentil de gracioso señorío infunden respeto a los soldados. Avanza el tiempo. El castañero dormita en su carro, mientras titila incierta la llama vacilante de su pobre farol de carburo. En los cafés, los de siempre y alguna cara extraña. Los guardias, embutidos en sus capotes, pasean perezosos. Los teatros, habiendo acabado sus sesiones, vomitan a la calle Dato gente de toda condición». (Fuente: Fco. Javier Landáburu - año 1925)
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