"Sosegada, típica, acariciada por el suave rumor de las campanas próximas"
«Calle estrecha, romántica, larga... Las lluvias primaverales han puesto sobre tu asfalto la turbia vanidad del espejo. Corre un viento tibio sobre las encrucijadas. Arriba, las nubes han huído ya hacia otros horizontes. Calle típica, conventual, recatada. Sin los estridentes ruidos de la ciudad nueva. Con la suave paz de los siglos reflejada en la anchura de tus casonas solariegas. Con la indeleble pátina del tiempo grabada en la rusticidad de las piedras. Con la imponente grandiosidad de la antigua e inconfundible arquitectura. Calle de la Herrería... En tu cauce todo es acogedor, entrañable, hecho de intimidades y de nostalgias. Por aquí pasaron nuestros antepasados y pasarán nuestros hijos. Eres eso que no se improvisa y que se llama tradición, alimento vital del alma de las ciudades. Que la vida no pase para ti, para que sintamos dentro la emoción que proporcionan las cosas muy viejas y muy queridas». (Fuente: Revista "Vida Vasca" - año 1958)
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